Tuvimos el privilegio de compartir nuestro trabajo con los niños de la Teletón y sus voluntarios. Fue una jornada muy intensa, sobre todo por las emociones que vivimos. Abrimos nuestra maleta y nuestros muñecos cobraron vida con pequeñas manos que, aunque algunas no podían moverse mucho, les pusieron todo su amor, demostrando que los límites no exiten cuando el corazón es grande... Una clase magistral de amor que Dios nos regaló y dejó nuestro corazón copado y nuestro espíritu renovado...
